'EL DEDO EN LA LLAGA' (L a V, 12hs)

Los consumidores optan por comprar productos importados porque son más baratos que los nacionales

FERNANDO DE LA ORDEN

Competencia. Primero llegaron los alimentos elaborados en países limítrofes, pero ahora ya se ven artículos de otros más lejanos, como Albania o Tailandia.

Alimentos importados ya son más baratos que los nacionales. Los productos fabricados en el exterior amplían su oferta en las góndolas. Muchos están a mejor precio y con una calidad que los clientes perciben como alta. Para los clientes el origen del productos es irrelevante, importa el precio.

Los productos fabricados en el exterior amplían su oferta en las góndolas de los supermercados locales. Muchos están a mejor precio que los confeccionados acá, y con una calidad que los clientes perciben como mejor. El precio de los importados puede ser entre un 25% y un 60% más bajo. Una recorrida mostró un incremento en la oferta de productos de almacén, como panificados, lácteos y pastas secas.

Hace unos meses parecía impensado, pero hoy es una realidad: en las góndolas argentinas, los productos importados no solo ganaron espacio, sino que en muchos casos son más baratos que los nacionales. La desregulación de importaciones dispuesta por el gobierno de Javier Milei, los altos costos internos y la baja del impuesto PAÍS impulsaron una ola de mercadería extranjera que desafía a la industria local y cambia los hábitos de consumo.

Según datos del Indec, las importaciones en febrero alcanzaron los US$ 5.864 millones, lo que representa un aumento interanual de 42,3%. Este crecimiento se debe principalmente a una suba de 55,4% en las cantidades importadas, mientras que los precios registraron una caída de 8,5%.

Durante una recorrida por supermercados, Clarín descubrió que, en muchos casos, los importados resultan entre un 25% y 60% más económicos que los nacionales. Además, se observó un incremento en la oferta de productos de almacén, especialmente, en panificados, lácteos y pastas secas.

"Hasta el año pasado, solo el 10% de nuestras ventas correspondían a productos importados, pero en los últimos meses esta cifra se incrementó considerablemente”, dijo una fuente de una importante cadena de supermercados.

A partir de la apertura de importaciones, el proceso tuvo dos etapas, según explicaron. “Primero llgaron productos de países limítrofes porque era lo más rápido de resolver: panificados y harinas de Paraguay y Brasil, algo de lácteos de Uruguay, y frutas y verduras de Chile. Ahora estamos en una segunda etapa, con más desarrollo de proveedores, y eso se va a notar cada vez más en las góndolas”, agregó el vocero consultado.

Por otra parte, desde Carrefour confirmaron que la presencia de productos importados en sus góndolas es parte de una estrategia para ampliar la variedad y mejorar la competitividad de precios: “Si bien los importados aún representan una porción chica de nuestra oferta total, han mostrado una creciente aceptación. Ya no son solo un aspiracional, sino que empiezan a posicionarse como un diferencial de precio bajo con una calidad percibida muy alta”.

En el último año, sumaron 130 productos importados, incluyendo alimentos básicos como aceite de oliva español, tomate perita italiano, pastas, yerba y cerveza. Además, la cadena francesa también remarcó que la tendencia no se limita a alimentos: “En librería, electro, bazar y textil, hemos podido diversificar aún más nuestra propuesta con importados”.

Según pudo comparar Clarín, la mayoría de los importados terminan resultando más accesibles, incluso con costos de flete y logística añadidos.

Por ejemplo, una bolsa de pan blanco Bimbo cuesta $ 5.194, mientras que sus competidores brasileños Visconti y Bauducco salen $ 2.999 y $ 3.100, respectivamente. En el caso de los fideos, el paquete de Matarazzo se vende a $ 2.000, frente a las alternativas albanesas Pasta Bella ($ 1.250) y Diamond ($ 1.470).

La diferencia de precios también alcanza a los lácteos. La leche La Serenísima se vende a $ 2.130, mientras que la uruguaya Conaprole cuesta $ 1.499.

Sin embargo, hay excepciones. En el segmento de cafés instantáneos, Nescafé Dolca de Argentina se vende a $ 9.900, mientras que la opción importada Cruzeiro llega a los $ 16.900. También en algunas categorías de salsas se encuentran precios más competitivos.

A la hora de hacer las compras, el precio es el principal factor de decisión. La preferencia por productos nacionales o importados pasa a un segundo plano cuando el objetivo es llenar el changuito gastando lo menos posible. En muchos casos, esto significa optar por la marca propia del supermercado, que, en varias cadenas, está compuesta en gran parte por importados.

María Victoria, por ejemplo, le contó a Clarín que recorre las góndolas con un cuaderno en mano, anotando cada gasto. Su estrategia es clara: llevarse siempre lo más barato, sin importar la marca ni el origen. “No le presto atención, siempre voy a lo más económico”, cuenta mientras revisa la lista de precios.

Catalina Suárez, vecina de Barracas, también prioriza el bolsillo, aunque con una mirada más equilibrada. Además de buscar precio, se fija en la relación costo-calidad y elige qué día ir al súper según los descuentos con la tarjeta. Para ella, el hecho de que un producto sea importado o no es irrelevante.

Jorge, un jubilado que suele comprar en el Coto de Barracas, opta casi siempre por los productos de la marca propia del supermercado. “Es una cuestión de precio y calidad. La mayoría de las veces son más baratos y no noto grandes diferencias (en la calidad) con otras marcas”, explica mientras carga en su changuito paquetes de fideos de la línea económica.

Desde uno de los supermercados más grandes del país, confirmaron esta tendencia: “Muchos de los productos importados se están incorporando bajo el paraguas de la marca propia del súper. Es una forma de lograr la primera penetración en el mercado y que los clientes los adopten”, explicaron.

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En enero se trajeron del exterior alimentos y bebidas por US$ 260 millones, una cifra récord durante el gobierno actual. Dudas por la elaboración local.

F. DE LA ORDEN
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A partir de la modificación del Código Alimentario Argentino (CAA), en enero, luego reglamentada por la ANMAT, la importación de alimentos viene en franco aumento. Sucede que a partir de esta medida se eliminaron las obligaciones de registrar y autorizar productos provenientes de un puñado de países, entre ellos Australia, Canadá, Estados Unidos y Japón.

Desde septiembre, las importaciones de alimentos se aceleraron y en enero (último dato disponible) también superaron los niveles del año anterior. Según los últimos datos del INDEC sobre comercio exterior, en enero se importaron alimentos y bebidas por US$260 millones, una cifra récord durante el gobierno actual. Sin embargo, desde el sector de los importadores aclaran que los datos más fidedignos (sobre el impacto de la medida) se verán recién hacia mayo, debido a los tiempos que requiere el comercio exterior en cuanto a las adaptaciones, las compras y búsqueda de nuevos proveedores.

Esta aceleración del nivel de importaciones -en un país netamente productor de alimentos- responde a la combinación de distintas condiciones macroeconómicas, como el dólar artificialmente retrasado, la devaluación del tipo de cambio que pasó del 2% al 1% este año, la supresión del impuesto PAIS y la desregulación del comercio exterior de la mano de una clara decisión política de abrir las importaciones.

Como ejemplo, un informe del Instituto para el Desarrollo Agroindustrial Argentino (IDAA), plantea el caso del tomate. “En enero se observó una anómala importación de tomate enlatado, un producto que forma parte de la cadena de valor de esta hortaliza en la región de Cuyo.

Solo en el primer mes del año se importaron 9.277 toneladas, un volumen que supera a todo lo importado en 2023 y a la mitad de todo lo que se importó en 2024”.

La novedad es que el producto ya no solo proviene de Chile, sino que comenzó a importarse fuertemente desde China, advirtió. “En efecto desde el país asiático se introdujeron a la Argentina 5.330 toneladas, contra 3.885 desde Chile, a un valor 7% menor”.

“El otro producto que continuó la línea ascendente importadora fueron los limones, que en enero alcanzaron las casi 7.000 toneladas”. En su caso, , como el de otros cítricos, a Chile y Brasil (principales orígenes) comienzan a sumarse países como España y Egipto, incluso con valores inferiores a los de los limítrofes. Tambien, el crecimiento interanual de las importaciones de naranja ronda el 700%”.

Según este análisis, “a excepción de la yerba mate y las zanahorias, el resto de los productos muestran incrementos significativos de un año a otro”, apuntó el IDAA.

La creciente importación de alimentos es vista como una posibilidad de abaratar los costos locales y de ampliar la oferta, según la visión del Gobierno. Aunque, desde otro punto de vista, se entiende que esta política impactará en los sectores productivos.

Otro efecto, según algunos empresarios, viene por el lado de los precios: argumentan que la apertura incrementa la posibilidad de “dumping”, es decir precios por debajo de los costos con la idea de ganar mercado, en desmedro de la producción local.

En enero se importó más tomate en lata que en todo 2023, por ejemplo.