(Escribe Ignacio Miri - Clarín). Sergio Urribarri fue detenido en Concordia, muy cerca de donde nació, pero es un hombre que llegó muy lejos. Nació en 1958 en Arroyo Barú, un pueblo de 25 manzanas que no es cruzado por ningún arroyo, pero sí por una vía del Ferrocarril Urquiza.
Jorge Enrique Urribarri era el jefe de la estación y su esposa, Miriam Teresita Luchessi, era la directora de la escuela del pueblo. En aquellos años no había muchas más autoridades que ellos a su alrededor, pero tampoco había mucho para repartir.
Vivió hasta los 18 años allí y luego se mudó a un pueblo más grande, General Campos, donde en 1987 se convirtió en intendente, su primer cargo público y también el escalón más bajo de una escalera de puestos en el Estado que nunca se interrumpió: diputado provincial, ministro, gobernador de Entre Ríos, embajador en Israel.
En esos años amasó una fortuna que una pericia judicial estima en al menos 9 millones de dólares, que incluyó departamentos en Puerto Madero y Recoleta, relojes y esculturas de cristal. Esas lujosas obras fueron fabricadas en Venecia, muy lejos de la estación de Arroyo Barú.
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La Cámara de Casación de Entre Ríos dispuso la prisión preventiva inmediata del ex embajador ante Israel en la causa por corrupción en que había sido condenado en el 2022, tras una investigación de la exfiscal Cecilia Goyeneche.
Los motivos. Los fiscales pidieron la prisión preventiva porque consideraron que Urribarri y su cuñado Juan Pablo Aguilera, también detenido, podían abandonar el país y/o entorpecer la investigación.
Hay más. Además de la megacausa en la que fue condenado a 8 años de prisión, por desvío de fondos para financiar sus campañas electorales, el exgobernador k tiene otros expedientes en marcha que investigan sobornos y compra de propiedades.
TEXTO PUBLICADO EN DIARIO CLARÍN
De una casa rural, a esculturas de Murano y Rolex
Sergio Urribarri fue detenido muy cerca de donde nació, pero es un hombre que llegó muy lejos. Nació en 1958 en Arroyo Barú, un pueblo de 25 manzanas que no es cruzado por ningún arroyo pero sí por una vía del Ferrocarril Urquiza. Jorge Enrique Urribarri era el jefe de la estación y su esposa, Miriam Teresita Luchessi, era la directora de la escuela del pueblo.
En aquellos años no había muchas más autoridades que ellos a su alrededor, pero tampoco había mucho para repartir. Urribarri vivió hasta los 18 años en ese lugar que era más campo que otra cosa, y en 1976 se mudó a otro pueblo de la zona, que sí tenía un arroyo y también un poco más de gente.
En General Campos estaba además el Club Juventud Unida de General Campos, un descampado atrás del matadero en el que Urribarri jugó varios años al fútbol con la camiseta azul y roja y luego se convirtió en dirigente del club. Uno de sus hijos, Bruno, lo siguió en ese plan y terminó jugando en Boca y en River, entre otros clubes de primera división.
En esos años probó también en el estudio. Se anotó en la carrera de Contador Público de la Universidad de Entre Ríos, pero no llegó a terminar. En 1987, a los 29 años, consiguió meterse al fin en la función pública, que se convirtió en su refugio laboral para siempre: fue elegido intendente de General Campos y de allí saltó, en 1992, a la legislatura provincial.
En 2003, Jorge Busti lo nombró ministro de Obras y Servicios Públicos de la provincia y en 2007 dio el batacazo, cuando fue elegido gobernador de Entre Ríos y se convirtió en uno de los mandatarios preferidos de Néstor y Cristina Kirchner.
Fue reelecto y en 2014 se animó a ser uno de los precandidatos a presidente del Frente Para la Victoria, en épocas en que el kirchnerismo quería complicarle las cosas a Daniel Scioli, que igual terminó siendo candidato.
Para ese entonces, ya era una estrella política del kirchnerismo.
Cristina Kirchner lo promocionaba como uno de sus fieles.
Daba las batallas con los medios que tanto encantaban a la jefa, sonaba como ministro posible cada vez que había escaramuzas en el gabinete nacional, viajaba invitado en las comitivas al exterior.
En esas épocas empezaron sus problemas judiciales graves, cuando volcó fuertes sumas de dinero a la difusión de su incursión nacional.
Sin título profesional y con un origen en una ruralidad frugal, Urribarri se convirtió en esos años en un verdadero magnate. ¿Cómo dio ese salto?
La justicia entrerriana probó que lo hizo apropiándose de fondos del estado entrerriano y haciendo negocios incompatibles con la función pública.
La justicia lo condenó a ocho años de cárcel e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos, y tuvo que dejar la embajada argentina en Israel, el lugar adonde lo había enviado Alberto Fernández.
La salida de esa representación diplomática fue un verdadero papelón: se resistió durante semanas a dejar la Embajada luego de la condena y llegó a haber dos embajadores en el mismo puesto.
La pena, que comenzó a cumplir este mismo martes cuando fue detenido, llegó por los delitos de peculado y negociaciones incompatibles con la función pública.
¿Adonde fue todo ese dinero? Una pericia contable de la justicia detectó cerca de U$S 9 millones que son “inconsistentes en su patrimonio”, indicaron fuentes judiciales.
Cuando la fiscalía se adentró en el detalle de las adquisiciones año por año, se observó la compra de un reloj marca Rolex o esculturas en cristal de Murano de 2.200 euros.
Estas últimas fueron adquiridas en Venecia, muy lejos de Arroyo Barú.