La crisis afecta a más de 25 millones de personas; al presentar la colecta anual del próximo fin de semana, Cáritas dio a conocer un informe sobre la situación social, en medio del conflicto por los alimentos que afecta al Gobierno.
En medio de la crisis que envuelve al Gobierno por los alimentos que no se distribuyeron entre la población vulnerable, Cáritas presentó el informe “Radiografía de la pobreza en la Argentina: realidad social y solidaridad que es esperanza”, que marca el fuerte crecimiento de las urgencias sociales registrado en los últimos nueve meses. En el primer trimestre de 2024, en coincidencia con la gestión del presidente Javier Milei, la pobreza afectó al 55% de la población (más de 25 millones de personas) y la indigencia trepó al 17,5% (8 millones).
Se estima que unas cinco millones de personas cayeron bajo la línea de pobreza, si se toma como referencia el tercer trimestre de 2023, cuando las mediciones del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA) mostraban un 44,7% de pobreza y un 9,6% de indigencia. Frente a los drásticos números, se transmitió la conclusión de que “la pobreza y la indigencia hipotecan vidas”.
El relevamiento del organismo de la Iglesia muestra que uno de cada cuatro personas sufre “inseguridad alimentaria”, un déficit que se traduce en alarma ante la investigación judicial que impacto en el Ministerio de Capital Humano y provocó la renuncia de varios funcionarios.
La “Radiografía de la pobreza”, que expone un severo deterioro en el campo social, se dio a conocer en los días previos a la colecta anual de Cáritas, que se desarrollará el sábado y el domingo próximos en todo el país, para generar conciencia y reunir fondos para sostener programas de comedores, asistencia alimentaria y distintos proyectos de promoción humana que desarrolla la institución. El lema de la colecta, que se hará en las iglesias y colegios, además de la vía digital, es “Tu solidaridad es esperanza”.
Monseñor Tissera presentó el informe en el Centro Comunitario San Pedro Claver, de Cáritas Quilmes, ubicado en el Barrio La Carolina de Ingeniero Allan, en el partido de Florencio Varela. Lo acompañaron Eduardo Donza, investigador y coordinador de Desarrollo de Datos y especialista en áreas de trabajo y desigualdad del Observatorio de la UCA; Sofía Zadara, directora ejecutiva de Cáritas Argentina, y Karen Burgos, a cargo del acompañamiento de la Red de Centros Comunitarios de Itatí, Solano y Quilmes.
El obispo destacó la “presencia capilar” de Cáritas, a través de 3500 centros en todo el país. Y dijo que el brazo social de la Iglesia “es como la sangre, que es la primera en acudir a la herida”.
“Esa capilaridad y cercanía nos permite escuchar de primera mano los dolores que tienen tantas personas de todas las edades y todas las regiones”, añadió Zadara, la directora ejecutiva.
“En ese universo hay rostros, familias pobres o indigentes que experimentan hambre y tienen mala alimentación, desocupados que no pueden acceder a un trabajo de calidad, trabajadores sobreocupados pobres, madres que no pueden cubrir las necesidades de crianza de sus hijos, por la escasez de recursos y de tiempo de vida que genera la pobreza”, describió Eduardo Donza.
A ellos se suman “jóvenes que no pueden insertarse laboralmente, o que no pueden terminar los estudios, niños a los que les cuesta la integración y bebés que ven cercenadas sus necesidades de desarrollo psicológico y físico, por las falencias que sufren en los primeros años de vida”.
La inseguridad alimentaria
Una de cada cuatro personas en la Argentina sufre inseguridad alimentaria, categoría en la que ingresan cuando las comidas no son completas. “Deben saltear comidas porque los ingresos no alcanzan”, dijo Donza. Entre los menores de 18 años, esa carencia comprende al 32 por ciento.
En tanto, la inseguridad alimentaria severa –cuando se experimenta hambre- afecta al 10 % de la población. El porcentaje sub e al 15% entre los menores de 18. Frente a esa realidad, Cáritas atiende en los comedores al 50% de los niños menores de edad.
Frente al conflicto suscitado por las fallas en la distribución de alimentos, Cáritas entiende que es urgente ampliar la ayuda alimentaria, tanto por parte del Estado como del sector privado. En la actualidad, la Tarjeta Alimentar, a través de la Asignación Universal por Hijo, llega al 42,6% de los chicos. Y el 37% recibe bolsones de alimentos en sus hogares.
El drama social no son solo los alimentos. “La pandemia afectó la concurrencia a la escuela, lo que obliga a realizar acciones para que los niños vuelvan al sistema educativo. El 25% de los niños de 3 a 5 años no van sistemáticamente al jardín o al preescolar. El problema se vuelve a presentar en el secundario, donde el 6,2% no concurre.
Otro problema es el atraso escolar: El 10% de los alumnos de primaria tienen “sobreedad”: cursan grados inferiores a los que corresponden por su edad. El retraso en el secundario afecta al 25% de los estudiantes Y el 35% de los jóvenes de 18 a 29 años, no terminaron la enseñanza media.
Zadara describió los espacios de trabajo que intentan dar soluciones a necesidades personales o comunitarias, a través de cooperativas, emprendedores, unidades productivas –más de 1000 a nivel nacional-, líneas de microcréditos y bancos de herramientas.
En la presentación del informe alertaron sobre el deterioro que produce el flagelo de la droga, que en los barrios populares es mucho más complejo, porque destruye todo: los vínculos, la posibilidad de un proyecto de vida.
“Se quitan las oportunidades del entorno y dejan cada vez más espacio al narcotráfico. Allí empieza la vinculación con las armas, con los delitos, además de la cuestión del consumo problemático de sustancias y la violencia familiar”, describieron los expositores.
Frente al avance de la droga, Donza habló del incremento de la comercialización. “El 30% de los vecinos consultados notan un aumento de venta de droga en los barrios. Los cordones de las grandes ciudades son los más afectados, sobre todo en los sitios más carenciados, donde se eleva al 62 por ciento”, reveló.
Trabajo y pobreza
Las autoridades de Cáritas revelaron que el 32% de los trabajadores ocupados residen hoy en hogares en situación de pobreza. “No alcanza con tener un trabajo para salir de la pobreza. Esto es mayor en los empleados no registrados o precarizados, donde se acercan al 60 por ciento.
“Eso tiene que ver con una estructura productiva que no genera los puestos necesarios y de calidad. La mitad de los trabajadores está en el sector micro informal de la economía, que son de pequeños establecimientos. Como el 30% de ellos viven de la economía popular, aquí, con buenos programas como los de Cáritas, se puede balancear ese desequilibrio del mercado”, estimaron, al presentar el informe.
En tanto, Karen Burgos compartió su experiencia de trabajo en la red de Centros Comunitarios Itatí, de Quilmes, que acompaña cotidianamente a unos 350 niños y 200 jóvenes en los barrios populares.
“El trabajo es arduo y la realidad social es cada vez más desafiante. Los chicos vienen con una necesidad de alimento que es difícil trabajarla, no solo porque a veces no nos alcanza la olla, sino también por cómo afrontar y acompañar a las familias, que también vienen con un deterioro de muchos años”.
En virtud de su experiencia en las redes de centros comunitarios, advirtió que “los jóvenes están desertando, no van a la escuela, no acceden a los centros de salud, están más tiempo en la calle. Nosotros salimos a buscarlos, con nuevas estrategias para llegar a ellos”.