'EL DEDO EN LA LLAGA' (L a V, 12hs)

DEL EDITOR AL LECTOR / Roba, roba, que te votarán igual

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"Si la gente no se convence de que respetar las reglas conviene, ¿por qué lo va a hacer?".

SILVIA FESQUET

El proceso produjo en total 1.233 condenas por corrupción, extorsión, financiamiento ilegal de los partidos políticos y balances empresariales falsos. Hubo unos cinco mil involucrados entre funcionarios, políticos y empresarios, y unos trescientos parlamentarios. Se calcula que en los seis años en que se llevaron adelante los procesos, se suicidaron 43 de los acusados.

La Operación Mani Pulite (Manos Limpias) fue la mayor y más ambiciosa investigación sobre la corrupción y sus ramificaciones en Italia. Setenta fiscales y un grupo de jueces comandados por Antonio Di Pietro, estuvieron al frente de todo el proceso.

Gherardo Colombo fue uno de ellos. En 2017, veinticinco años después de esa operación modelo, no ocultaba su decepción: la mayoría de los acusados estaban libres, la corrupción en Italia no había disminuido en comparación con la que había a principios de los '90 (“La gente ha aprendido a corromper y a dejarse corromper de una manera mucho más refinada”) y, en suma, afirmaba, la herencia de Mani Pulite no había sido satisfactoria.

Autor del libro “Lettera a un figlio su Mani Pulite” (“Carta a un hijo sobre Manos Limpias”), decía que toda la experiencia “había permitido constatar que no es a través de un proceso penal que se logra meter mano en la corrupción cuando ésta está muy difundida capilarmente en un modo tan articulado en un país”.

Su ex jefe Di Pietro aportaba que, en materia de corrupción, no eran ni los jueces ni los fiscales quienes iban a resolver los problemas de un país. “Es la política la que actúa antes, y sobre todo, son los ciudadanos los que tienen que reclamar a la política. Ellos deben elegir al político que merezca llegar al poder, y los políticos deben cumplir con su deber. La función del juez penal es la del funebrero: interviene cuando el paciente ya está muerto”.

Colombo completaba su idea con un pensamiento rotundo: “La corrupción se trata de un problema cultural, y los problemas culturales se enfrentan con educación, no con represión. Si la gente no se convence de que respetar las reglas es algo que conviene a todos, ¿por qué lo va a hacer?”.

Tal vez la del ex juez sea la pregunta del millón. O, teniendo en cuenta los casos Chocolate RigauYategate, Hotesur-Los Sauces y siguen las firmas, la de muchos millones de dólares. Ayer, en la causa abierta por las vacaciones de Martín Insaurralde en Marbella con su novia a bordo del Bandido, la Justicia ordenó una serie de allanamientos sobre el propio intendente de Lomas de Zamora en uso de licencia, su ex mujer, Jésica Cirio y su acompañante de aventuras en el yate, Sofía Clerici, que ya arrojó resultados sorprendentes, como los US$ 600 mil que encontraron en la casa de la modelo navegante, y monotributista.

El domingo, el delfín de Insaurralde en el municipio y su mano derecha indiscutida, Federico Otermín, arrasó en Lomas con el 51% de los votos. Es el mismo que aparecía sonriendo junto a él en los afiches que fueron prontamente bajados de las carteleras apenas se conocieron las andanzas del jefe en las aguas del Mediterráneo. A más de la mitad de los votantes no les importó nada el festival de dólares y euros gastados en joyas, barcos y champagne francés, ni las propiedades, los autos y la vida de lujos de alguien que no declaró ni un peso en moneda extranjera y apenas unos $ 600 mil en su cuenta bancaria.

Como en la Italia que describía Colombo, la corrupción también está capilarmente difundida de modo articulado en esta sociedad, en la que le va mejor al que actúa peor y valor se confunde con precio. Un país, Pepe Mujica dixit, indescifrable.

FOTO NOTICIA - VIDA COTIDIANA

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