'EL DEDO EN LA LLAGA' (L a V, 12hs)

POBREZA. “Hay gente que pasa dos días sin comer”

María Barboza, referente de Libres del Sur, tiene 45 años y se caracteriza por decir lo que piensa. Su casa es el punto de encuentro de mucha gente que la pasa muy mal. También es el lugar donde funciona en Gualeguaychú “Pies Descalzos”, “un merendero en donde cocinamos para 20 familias numerosas, dos veces a la semana para reforzar la alimentación de esa gente”. La referente barrial contó al periodista Fabián Miró que “en su momento, alquilamos un local para cocinar, pero el presupuesto no daba y destinamos el garaje de la casa para el merendero”.


María detalló: “brindamos los miércoles y viernes, una cena que servimos en bowl de helados con dos cucharones grandes en lo que entendemos es una porción acorde para una familia. Llevamos 6 años desarrollando esta tarea y la demanda aumenta día a día. Y no podemos decirle que no a una persona que llega al extremo de pedir comida porque no tiene los recursos mínimos para adquirir alimentos. Desde hace un tiempo se ha sumado gente de otros vecindarios y asentamientos, en lo que es un indicador, lamentablemente, que la situación empeora en distintos lugares”.

Acotó también que “mucha gente come al mediodía y tira con lo que le queda, si es que le queda, a la noche. También están aquellos que esperan hasta la noche para hacer una comida. Inclusive personas mayores, algo que nos parte el alma. Muchas personas adultas nos han dicho que han pasado hasta dos días sin ingerir alimento alguno, porque no tenían un peso para comprar un paquete de arroz. Es la triste realidad que nos toca vivir, aunque algunos miren para otro lado”.

La referente barrial indicó que “hay vecinos y personas que llegan de otros barrios, muchos de asentamientos porque no tienen plata para pagar un alquiler. Llegan y nos dicen que jamás se les pasó por la cabeza llegar a un merendero para pedir un plato de comida”.

Sobre la merienda, que ofrecieron durante varios años, dijo que “por ahora no podemos hacer nada porque no tenemos leche. Además, un número importante de personas que nos daban una mano, por la situación imperante no puede hacerlo más, dado que a duras penas les alcanza para parar la olla en su casa”.

Sobre la realidad para poder hacer frente a los costos que tiene el movimiento del merendero, María explicó que “los costos para cocinar muy altos, una garrafa dura 8 días y tiene un costo elevado para nuestros magros ingresos, tomando en cuenta que en esta zona no tenemos gas natural y la garrafa social brilla por su ausencia”. En cuanto a la tarjeta Nutrir que entrega el Municipio, mencionó que “ayuda pero obviamente cada vez queda más corta. Qué se puede hacer con 10 mil pesos. Poco y nada. Hoy mil pesos son 10 pesos de antes. Ya no compramos nada. La realidad es que nosotros no podemos ni siquiera darnos el gusto de comprarnos una zapatilla, una ropa, nada, solo lo justo para comer cuando alcanza. Para muchos el mes, termina el 15 o antes”.
El Barrio
En realidad, son varios barrios en uno. María vive enfrente al barrio donde mataron al pequeño Tahiel en Rosario y Manzoni, a un par de cuadras de San José al Norte. Contó que “la inseguridad es cosa de todos los días, y la mayoría de los hechos delictivos, inclusive muertes están relacionados con la droga. Hay muchos ‘soldaditos’ de la droga en la zona. Y la gente tiene miedo de denunciar por las respuestas”, señalando que “el Estado parece haberse olvidado de esta zona porque no pasa una máquina para arreglar las calles. Y si lo hacen es cuando se acercan elecciones”.

Indicó también que “la gente también nos pide ropa, porque la prioridad es comer y no queda un resto para comprarte la más barata de las zapatillas, ni hablar de ropa, razón por la que en el merendero estamos recepcionando calzado y ropa de todo tipo y talle. Desde bebé hasta adultos. La necesidad es mucho más elevada de lo que se dice”.

María recordó que “en los tiempos de los arándanos en Gualeguaychú, trabajé en la recolección ganando mis pesos con el sudor de la frente. En Libres del Sur tenemos gente de todas las edades. Jóvenes que estudian, personas que quieren un trabajo digno y no vivir de la limosna de un estado que nos quiere ignorantes para de esa forma manejarnos”.

La mujer cerró diciendo que “los movimientos sociales fuimos los que pusimos el pecho en la pandemia, los que cocinamos, los que nos arriesgamos para darle una mano al que más lo necesitaba, y nadie vino a ver cómo cocinábamos, que necesitábamos. Nos dejaron a un costado”.